Los viernes por la tarde eran un momento incierto para entrenar. Llegaba cansado de toda la semana, con la cabeza puesta en los entrenos o carrera del fin de semana, pero con ganas de hacer algo. La mayoría de veces terminaba en el gimnasio sin hacer nada realmente productivo.
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Sentado con Z en lo alto del Relojero, mirando la Panocha |
Últimamente he cogido otra rutina, los viernes por la tarde voy al monte con Flaco y Z. quizás no sean los entrenos más completos, no suelen durar más de una hora, con el calor no aguantan más, y están llenos de paradas: beber, mear, cagar, saludar a otros perros, esquivar bicicletas… y a veces, dependiendo de cómo este, los hago andando. Pero lo cierto es que los disfruto, corro un rato tranquilo por el monte, sin más, y además son ideales para explorar senderos que no conozco.
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Vista de Flaco |
Por otro lado los perros lo necesitan, sobre todo Flaco, necesita desfogarse. Entre semana algún otro día lo llevo a correr, los fines de semana es imposible, el monte se pone hasta el culo de gente. Así que el viernes lo dejo cansadito, y el finde está tranquilo.
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Descansando |
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